Tom_Clad y sus cosas

Inquietudes tengo muchas. Cosas por decir también. Me gusta opinar. Me gusta escribir. Me gusta sentirme escuchado. Me gusta hacer el gamba. Para todo eso y para más, este blog. Son mis cosas. Optimizado para Firefox, en IE se ve hecho una MIERDA.

20.1.08

El valle de los veinteañeros

La novela en que está basada la serie.
Coge una foto del paisaje actual de Manhattan y juega a las siete diferencias.


No recuerdo cuanto hacía que no entraba a disfrutar de ese fanzine semanal sobre cultura basura (que es la cultura que a nosotros nos gusta) llamado La Mesa Camilla, pero desde que encontré hace unos días la sección de AbsolutMe en la que da su visión de algunos capítulos de Sexo en Nueva York aplicada a sus vivencias como un marica más de tantos que habitan en Madrid, lo visito puntualmente todas las semanas esperando una actualización como si de un nuevo comeback de Amistades Peligrosas se tratase.

Servidor es fan, muy fan, de la serie de la Parker.
Recuerdo como tras ver el piloto en Emule Channel, me compré corriendo toda la serie en deuvedeses. Y eso, créanme, no me ha pasado ni con Expediente X.
Para los que aun no hayan disfrutado de ella, no comentaré nada más que es una de las series más divertidas, optimistas (sí, es optimista aunque a veces las pasen putas) y reales (aunque esté protagonizada por cuatro féminas forradas ya mayorcitas que en apariencia sólo se preocupen de vivir bien y despellejar a todo Manhattan) que se hayan rodado jamás.

Fotograma de la peli que se estrana en mayo basada en la serie .
¿Qué mira Samantha?

Mi talifanismo hacia la columna de este chico aumenta cada vez más según se van sucediendo acontecimientos en la vida del que escribe, hechos que le hacen pensar en lo leído en LMC y en lo vivido por los personajes de la serie.
En eso radica el realismo de Sexo en Nueva York, y es que nos transmite que aunque podamos ser diferentes y más putas que Malena Gracia y María José Galera juntas, todas las personas anhelamos a alguien al que amar y nos llame por teléfono solamente para decirnos lo que le importamos.
Son esos sentimientos que siempre están ahí aunque no lo queramos ver.
Ese Pepito Grillo que te recuerda que eres un capullo sentimentaloide por mucho que se pasen las horas muertas delante del monitor buscando papás para fistearlos over and over again.

Precisamente por esa fijación que tengo hacia los tíos nada jóvenes, me gustó de forma especial el post de AbsolutMe dedicado al capítulo "Valley of the twenty-something boys”. Cuando te van mayores y alguien que se considera perteneciente a ese grupo que tú catalogas como tal (aunque en realidad te molen bastante más horneados) te dice cómo nos ve a los muchachitos que nos pirramos por unas canas y unas patas de gallo, entiendes muchas de las situaciones que se han dado por tu afición a los frutos maduros.

He aquí el escrito palabra por palabra:

Últimamente me han pasado ciertas cosas con amigos que me recuerdan a este capítulo. Nos hacemos mayores y no nos damos cuenta.

No es extraño ir de copas a un bar, conocer gente, pasarlo bien… pero cuando haces la (fatídica) pregunta de la edad, te encuentras que el susodicho nació el mismo año que Almodóvar estrenó “Mujeres al borde de un ataque de nervios” o peor, piensan que Kylie no existía antes del “Fever”!!! Hasta Coca-Cola hace poco sacó una campaña recordándonos lo viejos que somos… (cabrones!)

Entonces se nos plantea una disyuntiva: realmente merecen la pena los yogurines? Es lógico que nos guste la gente más joven. Aunque yo suelo fijarme en gente mayor, por ley de vida no me han faltado ocasiones de comprobar la crueldad del paso del tiempo. Hace unos años estuve saliendo con un chico seis años más pequeño que yo. Todo era genial, nos lo pasábamos muy bien juntos, existía una tensión sexual considerable… pero por más que lo intentaba, era una relación condenada al fracaso. Los intereses eran muy distintos y esto se notaba en cada conversación. Acabamos dejando pasar el verano con una simple llamada diaria mientras estábamos de vacaciones y después cada uno siguió con su vida… era algo que teníamos claro ambos.

Creo que lo que nos atrae de la gente más joven es su capacidad para hacernos sentir bien, contagiarnos su desvergüenza y capacidad para hacer locuras… y a su lado poder volver a comportarnos como si siguiésemos teniendo 18 años (sin mencionar sus culitos y el poder sexual de sus hormonas efervescentes!). Algo que aprendes es que jamás debes pasar al siguiente nivel del flirteo y buscar en ellos un futuro marido: son rapaces del sexo! Del bueno, pero sólo sexo! Ni quiera han pensado en un futuro más allá de los 25! Y uno ya está para tener al menos unas pequeñas vistas de futuro…

En cambio, la gente de mi edad sabe qué quiere y cuándo, lo que crea un conflicto mayor. Con nosotros “es tan complicado como el crucigrama del domingo del dominical, nunca estás seguro de tener la respuesta adecuada”.
La compatibilidad tiene que ser de un grado muy alto para que la relación funcione y los implicados se sientan a gusto sin que ninguno de los dos tenga que ceder y deja paso a los intereses del otro. Y hoy por hoy, nadie quiere ceder y sacrificar tus deseos por el bien de alguien que no sabes cuanto tiempo vas a aguantar.

Como bien dicen en la serie, los babys “son como una nueva droga de diseño y nosotros, consumidores esporádicos”… Aunque pensándolo bien “todos los hombres son una droga, a veces te deprimen y a veces te suben a las nubes”.

Y claro calladito, lo que se dice calladito, no me puedo quedar.

En el texto se habla de lo duro de una relación con seis años de diferencia entre ambos.
Seis añitos… yo sería completamente incapaz de estar con alguien seis años mayor que yo.
No me pregunten el porqué. Me imagino que será debido a que mi cerebro seguramente esté programado para no sentir la más mínima atracción hacia todo espécimen con el que no me separen mínimo diez años de vida, tirando por lo bajo.

Y eso, evidentemente, no es fácil de llevar, aunque con algunas partes de lo expuesto por el camillero no estoy del todo de acuerdo.
Se habla de lo bien que se lo pasa uno con un veinteañero en la cama, de que a nuestro lado todo es una fiesta (llevamos siempre escondida una caja con confeti y matasuegras) y que tenemos la asombrosa capacidad de volver a la gente a su época adolescente, pero que esas relaciones están condenadas al fracaso debido a la diferencia de intereses.

Se puede decir también que volvemos a los tíos gilipollas con nuestras tonterías, pero que follamos de puta madre y que eso compensa todo. Queremos vivir la vida loca, utilizar a los hombres como antes usábamos los kleenex, nos aterra eso del compromiso y más aun con alguien que nos habla de ir a ver a la filmoteca una de Abbas Kiarostami cuando tú en realidad estás pensado en ir a ver el Halloween de Rob Zombie.

Pues yo discrepo.

Cierto es, que te encuentras parejas en las que claramente se dan esos perfiles de maduro que se cree que tiene que actuar como cuando tenía la edad de su yogurín compañero por temor al rechazo, y éste a su vez busca como los locos en el Google algo sobre las cosas raras de las que habla el maduro resultón con el que sale, por miedo a que se piense que está con él para poder seguir echando un polvo en condiciones en una cama decente y que así su vida sexual no se reduzca a una mamada mal hecha entre los coches a las cinco de la mañana con uno de su edad al salir de una discoteca cualquiera.

Aparte de al ostracismo, porque normalmente uno de los dos (cuando no son los dos) está cómodamente instalado en su armario, relegando eso tan necesario y fundamental como es la vida afectiva a encuentros esporádicos en las catacumbas teniendo el morro de llamarlo vida privada; evidentemente con los planteamientos iniciales de los que ambos parten, esa relación está condenada al fracaso.
Pero no es que sean intereses opuestos, lo que ocurre es que las dos partes suponen que deben ajustarse a un rol a seguir para dar al otro lo que espera.
Puede que ninguno se pare a pensar que la mayor expectativa de su compañero es que sea como es. Ni más ni menos.

Si alguien se embarca en una relación pensando en que su pareja tiene que actuar y pensar de forma parecida siempre a uno mismo, o que debe esforzarse por ser como cree que su pareja quiere que sea, más le vale cambiar su planteamiento o empezar a comprar las telas para vestir a los santos de la iglesia más cercana.
Y eso no es por una diferencia de intereses debido a la edad. Eso es montarse en la noria de las inseguridades y prejuicios que siempre tenemos delante, nos guste o no.

Evidentemente, en una relación de maduro y joven suelen darse unas diferencias en la forma de pensar y de ver la vida que sería estúpido negar. Es normal que una persona con lo que el populacho entiende por vida hecha se agobie pensando en que su pareja aún no tiene seguro si es esa la carrera la que le gusta o en que si quieren irse a Londres de puente va a tener que salir todo de su bolsillo. El joven suele pensar en que puede que esté tirando por la borda unos años preciosos y a lo mejor suspira de resignación cuando piensa en lo ideal del plan del sábado con los amigos del novio.

Yo opino que todo lo que puede parecer un obstáculo para el entendimiento debido a la diferencia de mundos y estilos de vida puede transformarse en una experiencia enriquecedora para ambos y en amor verdadero, pero para eso el joven tiene que dejar de verse pequeñito al lado del menos joven, y el menos joven dejar de creerse el padre de su novio (eso pasa mucho). En una pareja los dos tienen que ser iguales y tener el mismo peso para equilibrar la balanza, compensar unas cosas con otras y sobre todo creérsela. Cuando esto sucede, no hay miedo al compromiso.

De lo contrario los dos son unos hipócritas que juegan a no estar solteros… y el que esté libre de pecado que tire la primera piedra.

Las conclusiones son extrapolables a todo tipo de relaciones, por lo tanto (y aquí tiene mucho que ver ese Pepito Grillo que antes mencionaba) sigo empeñado en creer que una pareja con mucha o poca diferencia de edad es posible, de lo contrario tampoco tendría amigos bastante más mayores que yo (todos muy follables, por cierto).

AbsolutMe se despide diciendo que en realidad todos los hombres son como las drogas, capaces de darte lo mejor y lo peor a la vez. Pues eso.



14.1.08

Noches granadinas

Esos colchones del fondo han visto más hombres que el coño de NuriBer

Después del acontecimiento musical del año pasado, tenía que estrenar este año a lo grande. Y lo que hice fue plantarme en Granada a ver a Quique, Diego y Javi. El edificio Tahití me esperaba con sus colchones preciosos para dormir en ellos a ras del suelo.
Y es que a veces no hay nada mejor para despejarse de la rutina y de los hombres de Andalucía Occidental que meter en una bolsa cuatro trapos y largarse a ver a los amigos.
Llegué con la esperanza de pasármelo pipa y zorrear de lo lindo. Una de las dos cositas la conseguí.

La niña de [REC] no se dejará nunca más barba. Le hace una papada que NO TIENE

Y es que la diversión estaba asegurada. ¿Para qué nos hacía falta más gente, si allá por dónde íbamos llevábamos la fiesta?
El viernes estuvimos en el Tic-Tac, ese sitio mágico en el que tres sexagenarios te esperan siempre en el cuarto oscuro para mostrarte toda su arrugadílla lujuria. Así que ya me estaba olvidando de comerme algo allí. Despues fuimos al Fondo Reservado, el local de nuestros sueños, donde lo mismo te ponen a la negra del paraguas, que a LCA, que a Miranda!, que a las Spice.
Allí pude cumplir unos de mis sueños, que era bailar a Miranda! en un local.
Aún no he logrado entender cómo se puede pasar una persona toda la noche bailando house y tecno-house. Cuestión de gustos, será. Allí sólo una persona potable, un calvo con perilla estupendo y su novio, un gordo que me miraba constantemente de forma desafiante, al lado.

La auténtica chica del mantón. Tras ésta, Quique ya aprendió a sacar fotos

El sábado por la tarde puede comprobar la teoría de MM que dice que con un vasco es imposible follar, pero bueno, también pude ver como Ale suelta pluma en el DVD de 'Sin Restricciones' y lo bien que nos sale la coreografía de 'Agua'.
A la noche nos fuimos después de cenar al tic-tac again, es que nos subía mucho la moral sabernos los más guapos de ese antro.
Luego aterrizamos en La Sal, ese sitio lésbico tan maravilloso donde me robaron un chaquetón hace años. El local estaba lleno de tortilleras jóvenes y la barra llena de tortilleras viejas.

¿Por qué subo fotos en las que estoy horroroso?

Allí me me percaté de que una de ellas, la zorra esa que me dijo que no era su problema que me robaran el chaquetón, se parece cada día más a Marilyn Manson. Visto lo bien que estaba el sitio, en el que te recordaban por activa, por pasiva y por versátil que las consumiciones se pagan al ser servidas y que no puedes dejar el chaquetón en otro sitio que no sea el ropero (porque te lo roban, no porque lo digan ellas, que también) decidimos irnos al Fondo Reservado. Y es que La Sal está cada día más reout.
El sábado en el Fondo debía de haber el doble de personas que la noche del viernes, durante un momento estuvimos literalmente encajados y nos llevaba la marea humana.
El gordo novio del calvo potente dejaba clara su presencia una noche más.
Y como no hemos nacido para ser sardinillas en lata, nos largamos al Six Colours. Allí, la gente pasadilla y pinchando temazos como 'Sopa de Amor', de Carmen Morales.
Pese a todo, nos lo pasamos teta, y es que a nosotros nos das un local aburrido y lo convertimos en una fiesta constante. Son todas unas aburridas.
Al día siguiente vi a la única vagina granadina que conozco, y vuelta al maravilloso mundo del pequeño comercio de telecomunicaciones, donde los clientes se piensan que te sientas todas las tardes con el FacturaPlus pensando en la manera de amargarles la vida a todos ellos.


En todos los locales sonaba esta canción de la chica de color

Es bueno saber que puedes contar con tus amigos, que siempre te lo vas a pasar bien con ellos y que a pesar del tiempo y la distancia, la cosa no mengua, si no que se acrecenta.
Sí, por La Red hay una cantidad de locos impresionante. Y cuando nos juntamos sabemos que aunque el resto del mundo nos tache de mil cosas, somos los más felices del mundo, y eso nadie con sus tonterías nos lo va a quitar.
Gracias por soportarme. Sois la puta caña, os quiero un montón, más de lo que creéis. Sois muy importantes y valéis mucho.
Estas cosas nunca os las diré a la cara. Pose de frvolidad obliga.

10.1.08

.... y el espectáculo tomó forma

Europride en diciembre

Hace algún tiempo una persona de mi pasado volvió a aparecer en mi vida.
Fue algo inesperado, de sopetón, hacía muchos años (teniendo en cuenta lo que son "muchos años" para alguien de mi edad) que esa persona ya no estaba presente a mi alrededor y su ausencia la había hecho desaparecer de mi mente. Aunque mantenía un recuerdo muy agradable de ella, nunca pensé en volver a verla. Era prácticamente imposible. Y, sin embargo, el destino me la puso delante y era una oportunidad para decirle muchas cosas que no iba a desaprovechar.
A la persona interesada le hace mucha gracia que compare nuestro reencuentro con el concierto de las Spice Girls, pero es que lo que sentí al enterarme de su nueva unión, de su gira mundial y de la posibilidad de verlas en directo, fue casi lo mismo que al re encontrármela.


"Please, necesito más focos y maquillaje"

El recinto no es que fuera el más grande, a lo mejor no vendieron las mismas entradas que otros artistas y tal vez no sean las mejores voces ever, pero disfruté como un marrano en un lodazal.
A las cuatro de la tarde partí hacia allí con Quique y otro amigo en un metro lleno de mierda debido a huelga del servicio de limpieza (al menos no me pilló un jaleo como el de la última vez que fui a Madrid) y en la cola nos encontramos con Jgts y amigos suyos.
La gente que esperaba ya era (éramos) un show: enfermos de homosexulidad por todos lados deseando ver a sus ídolas live in concert, y aunque yo me imaginaba una cola súper amenizada con malabaristas bailando cariocas, niñatas coreando 'Viva forever' y maravillas por el estilo, el verme en medio de tanto maricón rozándome me trasladó por un instante a otros sitios también muy agradables y oscuros. No puedo de mencionar a uno que llevaba todo el bolso repleto de chapas de Victoria, aunque estaba claro que no era seguidor de sus hábitos alimenticios.

"Me prometieron que así no parecería lesbiana"

Tras varias horas de espera, empujones, improperios y de cantar las canciones que teníamos en el móvil para no aburrirnos, accedimos ¡por fin! al sitio.
Menos de media hora después de la fijada, las cinco inglesas (no, Mel B no es de Zimbabwe) aparecieron en el escenario al ritmo de 'Spice up your life' ante unos fieles admiradores que gritábamos como posesos ante el orgasmo que estábamos teniendo al contemplar a la mujer de David Beckham y sus amigas.
Nuestras chicas cantaron todos sus éxitos ( '
Vodoo' no es un éxito, gracias a Dior) pero los mejores momentos nos los dieron en solitario, sólo comparables al éxtasis inicial de Picante tu vida, como diría la de madre aragonesa.

"Si no me ponen este vestido, revientan"

Emma y la negra cantaron sus singles de más éxito, que evidentemente nadie conocía.
Mel C cantó su hitazo '
I turn to you', con una voz y una energía impresionantes, demostrando porqué es la que ha tenido medianamente éxito en solitario.
Vicky hizo lo que más tarde sería injustamente comentado hasta la saciedad por la prensa, y digo injustamente porque hubo mucho concierto como para hablar solamente de que la chica se limitó a pasear por la pasarela con gafas de sol mientras era vitoreada por un puñado de desviados enfervorecidos. Me la imagino en el backstage diciendo "mirad zorras, y aprended lo es es ser lista".
Pero el momentazo de la noche vino con Geri Halliwell y su versión del
'It's Raining Men' acompañada por unos bailarines que hicieron suspirar a más de uno, menos a mí claro, que seguramente me atraerían sus padres. Y es que cantar un clásico marica que habla sobre que están lloviendo chulazos ante un público compuesto casi en su totalidad por gays y mariliendres es un éxito asegurado.

"No te preocupes cariño, que mamá no cantará"

El escenario era alucinante, con unos módulos que iban subiendo, bajando o girando según la coreografía y la puesta en escena lo requiriesen. Las chicas supieron (o les supieron hacer a ellas, mejor dicho) un espectáculo estupendo del que ninguno de los asistentes que verdaderamente fueron por voluntad propia salieron defraudados.
Me ha tocado bastante la moral el leer en prensa que el espectáculo fue bochornoso y que ellas no cantan una mierda. Señores, hemos ido a ver a las Spice, no a la ópera.
Éramos sabedores de a lo que íbamos y nos gustó. Quisimos ver un espectáculo que dudo mucho tengamos la ocasión de volver a ver. Nos dieron un SHOW acojonante, de esas cosas simples pero que te llenan de forma especial aun siendo consciente de que son auténticas frikadas. Lo que hace que el día a día sea más llevadero.
Cuando decía a lo que iba, parecía que me iba a reunir en la casa de campo con cien pirados para suicidarnos en masa e irnos en cualquier cometa a recorrer la galaxia. Señores, fuimos a pasárnoslo bien, y nos lo pasamos de vicio. Que nos quiten lo bailao, y a ellas también.


Conclusiones de ese finde en los madriles:
  1. Ya sé lo que es que alguien experimente una ECM al ladito mío.
  2. Amor de GH9 es más guapa de lo que parece.
  3. El metro de Madrid parece uno de cualquier ciudad de Ruanda.
  4. Geri es muy simpática, pero es una pena que no se pueda planchar la cara.
  5. Boris Izaguirre tiene un medio polvo de cerca.
  6. Emma está gorda y vieja.
  7. Mel C canta como los ángeles.
  8. Algunos médicos del 061 son muy bordes.
  9. Mel B es maja, a pesar de ser negra, y no es la hermana de Francine Gálvez.
  10. Victoria no está tan delgada.
  11. Las drogas son malas.


Crónica de JGTS aquí. Otra más aquí.
¿Quieres jugar a buscarnos? Pincha aquí.
PD: Mañana voy a ver a Quique y a Ares. Haremos nuestro propio concierto.

7.1.08

Las malas pajas

Siempre que se pasa el día de Reyes tengo alegría.
Alegría porque termina la navidad de los cojones, porque apagan las putas luces, porque en el centro comercial donde curro quitan de una vez los jodidos villancicos (esas canciones repletas de sentido, como el ande ande ande la marimorena, ande ande ande que es la nochebuena) y porque la gente se va a su casa y deja de comprar. Y es que cuando trabajas en un centro comercial, te das cuenta de lo significa consumir.
La cosa es comprar.
Da igual el qué, porque tenemos que quedar muy bien con nuestra gente y para tal fin necesitamos regalarles cualquier cosa. Yo, para variar, no suelo regalar nada a nadie. Cuando regalo algo es en un día cualquiera del año y porque me da la real gana, a gente a la que de verdad quiero y me ilusiona ver contenta con mi detalle, no a personas con las que apenas tengo trato porque toque, ni mucho menos a hijos de (des)conocidos para que esas mismas personas que ni conozco tengan la sensación de que soy enrolladete.
Además esos presentes son los mismos todos los años, te los conoces de memoria, sabes perfectamente que el regalador no tiene ni zorra idea de tus gustos o aficiones y ni se ha molestado en ser mínimamente original.
Quedo de desagradecido, y no me importa, porque es la verdad.
No hay mejor ejemplo de todo lo expuesto anteriormente que los regalos que ha recibido el que escribe.

De la noche a la mañana, he amontonado tres botes de gel, tres botes de desodorante, tres de agua de colonia y dos de after shave. Y un buen número de estos útiles de higiene personal vienen de una persona que no conozco ni de vista ni me interesa, y otros de una vecina.
Una vecina. Pues vale. Gracias.
Si esperas que yo le regale a toda tu prole vas lista. Y si me quieres regalar algo, haberme regalado un madurazo marichulo por fuera, pasivorra por dentro. O haz lo que mis tíos, que todos los años me dan dinero y santas pascuas. Al menos a la vecina la conozco en persona…

Así que ahora tengo el armario lleno de formas fálicas por todos lados. Parece un cuarto oscuro. Gracias a mis donantes casi anónimos me espera un limpito y nada irritado primer trimestre de dos mil ocho.

Pero todo cambia si una persona que te quiere y tú quieres, a la que ves menos de lo que te gustaría se presenta en Córdoba para darte el mejor regalo hecho jamás. Conmigo es difícil acertar, y menos con un libro, porque las personas se piensan que cuando sale de mi boca la frase “me gusta leer” disfruto leyendo cualquier cosa encuadernada. Me han llegado a regalar verdaderos tedios impresos. Pues bien, llega una amiga mía a pasar el finde y me regala un libro titulado Turbadísimos: Cuarenta personas charlan sobre masturbación y las cosas del quererse a uno mismo.
Y no es que yo estuviera deseando leer algo sobre pajas, pero de vez en cuando se agradece que alguien que de verdad te importa sea original contigo mostrando su interés hacia tu satisfacción...

La autora, Magda Bandera, hartita de no poder obtener ninguna respuesta sincera debido a la vergüenza del cara a cara (“Oye, mira, me gustaría que quedásemos luego para que me des tu opinión sobre las pajas…”) optó ni corta ni perezosa por crear un foro pidiendo por favor que la gente parapetada tras el anonimato les hablara de su experiencia con la masturbación. Y tras cribar a todos los que se confundían y entraban buscando esta web, redactó un librito ameno, que se lee en una tarde y que te hace reír.

Especialmente me ha gustado lo que a continuación pongo literalmente copiado del libro, salvo anotaciones mías en negrita: un post que abrió en el foro un tal Ignasi, hablando de su particular visión del onanismo implacentero.

"Una mala paja es cuando estás a punto de correrte y tu madre abre inesperadamente la puerta de tu habitación, cerrándola inmediatamente después de contemplar con fugacidad (pero sin ninguna duda) tu erección. Entonces, aunque eyacules, el goce es menor.
Una mala paja es cuando tu compañero sexual no tiene ni la menor idea de masturbarte. Generalmente se da cuando se cree que es una cuestión de fuerza y te oprime el miembro sin ningún tipo de consideración, maña o moderación.
Una mala paja es cuando ya te has masturbado más de nueve veces ese mismo día. Ignasi no debe de hacer otra cosa. El glande empieza a mostrar signos de auténtica corrosión. El dolor puede llegar a ser insoportable. Y cada vez resulta más heroico llegar al orgasmo, aunque no te rindes y lo consigues (engañándote a ti mismo mientras te prometes que es la última del día).

Una mala paja es cuando tu compañero se ha corrido antes que tú, y pierdes repentinamente el interés. Pero como eres un caballero educado en un colegio caro tienes que llegar hasta el final y demostrarle cuán excitado estás. Este tipo de paja es de las peores. Me imagino a nuestro héroe onanista, Ignasi, haciendo aspavientos mordiéndose los labios y retorciéndose los pezones mientras se convulsiona gimiendo como la mejor de las putas para que el otro se crea que realmente goza con ese número de exhibicionismo. Lo que no sabe nuestro amigo es que el otro finge creérselo. Cosas de la comunicación de la pareja.
Una mala paja es cuando empiezas sólo por empezar. Sin ganas, pero lo haces, siguiendo ese impulso atávico que tan bien conoces. Y sigues y sigues sin razón, como el conejito de Duracell, hasta derramar un chorro de apatía blanca y densa. Yo creo que la apatía de Ignasi debe ser de todo menos densa y blanca, dada la frecuencia de sus desahogos.

Una mala paja es cuando estás viendo una pésima peli porno con un colega. El tío está excitadísimo, más erecto que un frigodedo, pero a ti la escena no te motiva ni lo más mínimo. Pero por solidaridad y amistad, te la meneas buscando en tu imaginación algo realmente morboso. Yo por amistad puedo regalarte un jersey, pero no me voy a masturbar por ti. Claro que yo no soy Ignasi, él se masturba solo o en compañía, esté dormido o despierto, esperando el autobús o mientras cocina. Yo soy de esos raros de los que si quedan con un colega es para irse una temporada a Malta, por ejemplo, y no para ver una peli porno de tele local y leer debajo mensajes de casados en lencería que buscan otros casados en lencería.

Una mala paja es cuando después de correrte, tu insaciable compañero vuelve a la carga con renovado ímpetu, intentando ponerte cachondo cuando lo que tú deseas es que él o ella se disuelva como el gato de Alicia en el país de las maravillas.
Una mala paja es cuando eyaculas sin orgasmo, o sea, echas todo el cargamento disponible sin experimentar ni una gota de placer. Exactamente eso me pasó el viernes pasado y me jodió enormemente, con sinceridad. Pobrecito. Debía de ser la paja número trece de ese día.

Una mala paja es la que viene después de una regular. Pero una mala paja solitaria, insisto, siempre es preferible a un vulgar polvo. Como mínimo no hay que disimular que no has disfrutado. Y ése es uno de los derechos que no debemos dejar que nos arrebaten. El otro es el derecho a disfrutar de una pensión del Estado para poder estar todo el día machacándotela y así poder confeccionar las reglas básicas de la puntuación de las pajas."

La autora además ha escrito ensayos sobre la custodia compartida, viajes a Laponia, la situación de Irak...

¡Qué chica tan versátil! Me recuerda a Alicia Senovilla.