Tom_Clad y sus cosas

Inquietudes tengo muchas. Cosas por decir también. Me gusta opinar. Me gusta escribir. Me gusta sentirme escuchado. Me gusta hacer el gamba. Para todo eso y para más, este blog. Son mis cosas. Optimizado para Firefox, en IE se ve hecho una MIERDA.

29.5.07

Perdiendo el juicio



Hoy he asistido a mi primer juicio.
Afortunadamente no ha sido como imputado en ningún delito, sino como testigo de un atropello que presencié cuando trabajaba en la tienda del centro.
No comprendo en qué medida le puede beneficiar al chico atropellado mi testimonio: Yo estaba tan tranquilo enredando a los clientes para que compraran todos los móviles del universo, cuando mi compañera por aquel tiempo (testiga también, junto con la chica de la tienda de al lado) y yo escuchamos un golpe tremendo y vimos a un chico volar y caer en la calzada.
Pensábamos que no lo contaba, y a la semana se pasó por la tienda para ver si le podíamos hacer el favor de declarar en el juicio en calidad de testigos.
La cuestión es que yo iba muy contento pensando en todo lo que podría pasar teniendo como referente las películas americanas; me imaginaba una sala impresionante, una jueza afroamericana regordeta y súper borde sentenciando lo que tuviera que sentenciar, abogados esgrimiendo argumentos frutos de meses de investigación e imputados gritando su inocencia.
Me sentía parte de ello, no veía el momento de jurar decir la verdad y de que el abogado de la defensa me quisiera liar, currándoselo mucho, porque con lo que vi no es que tuviera material para hacerlo.
Pues mi gozo en un pozo.
Nada más llegar, subimos a la planta del juzgado y nos sentamos los tres testigos juntos a hablar, más que de lo que íbamos a decir, de cómo estábamos y todo eso, ya que desde que me despidieron de esa empresa no había vuelto a ver a las chicas.
El edificio por dentro parecía más un hospital viejo que otra cosa.
El abogado va y nos dice que para tranquilizarnos (¿alguien estaba nervioso?) nos íbamos a meter con él a presenciar un juicio que estaba a punto de celebrarse.
Yo soy una persona que no puede evitar decir lo que se le pasa por la cabeza, sabiendo que lo que vaya a soltar está siendo pensado también por los demás sin atreverse a decirlo. Tras preguntarle al abogado el por qué de su decisión, si el juicio conmigo como estrella invitada estaba apunto de celebrarse, y él responderme que iban con retraso, que el juicio al que íbamos a asistir estaba previsto para las once (era casi la una de la tarde) nos sentamos en la sala.
El sitio era más pequeño que mi minipiso, nada suntuoso y los bancos eran los mismos que los de las iglesias. Ya me estaba imaginando a la jefa de mi no-trabajo llamándome a las tres para preguntarme la causa de mi ausencia.
Nos sentamos los tres testigos y el abogado-orfidal a ver el juicio. No pude evitar el que me pareciera todo muy cutre.
El juez debe ser un cachondo, porque no dejaba de reírse y de mirar a los denunciantes con ternura (dos niñatillos sin casco se habían comido un coche y pensarían que podrían sacarle unas pelas al seguro) y además tenía un polvo. Iba vestido que parecía Batman, y le faltaba el martillo, en su lugar tenía una campanita que parecía recién sacada de la Velá de la Fuensanta.
Los niñatos no hacían nada más que decir una tontería tras otra, le hablaban al juez como yo le puedo hablar a esos viejecitos que reparten revistas sobre lo bueno que es dios y lo mala que es la homosexualidad, y yo preocupado sobre mi discurso...
Tras salir de aquello visto para sentencia, nos dice el abogado que nuestro juicio se había pospuesto para Octubre, que muchas gracias y todo eso.
Entendí perfectamente por qué la tortuga de Mafalda se llamaba Burocracia.
Se nota que sabía que si nos lo comunicaba antes, a todos los testigos nos hubieran entrado unas prisas tremendas por salir de allí.
Si el propósito del abogado era quitarme de un plumazo todo lo idealizado que tenía yo a los juicios (que no a la justicia) desde luego lo logró con creces.
Habrá que esperar mi aparición estelar para dentro de cuatro meses...


Hay otros juicios que no tienen denuncias previas. Ni se celebran en un juzgado. Pero sí tienen acusadores, abogados defensores y testigos, y son curiosos porque el juez no está encarnado en nadie, se reparte entre ambas partes. Son juicios largos, que te van minando poco a poco, casi sin querer, hasta dejarte agónico.
Son esos juicios que surgen cuando todo se termina. Cuando aparecen las acusaciones mutuas, los silencios incómodos, las lágrimas a solas, la naturalidad muerta, los consejos de amigos que quieren lo mejor para el acusado y para el acusador. Cuando ni siquiera se sabe quién culpa o quién se defiende, o incluso si se culpa o se defiende.
Nadie sabrá nunca porqué se acabó, a lo mejor ni siquiera nosotros.
El desgaste. El agobio. Los desvelos. La frialdad.
Ese momento en el que descubres estupefacto y muy a tu pesar que has dejado de echar de menos a la persona con la que has decidido compartir tu vida, y sus caricias, muy esparcidas en el tiempo, esas que has estado demandando sin éxito tantas veces, al recibirlas te son indiferentes.
Cuando eres consciente de que ya está, ya ha pasado otra.
Otra...
¿Cuántas más van a ser, hasta llegar a la definitiva? Desde luego no me obsesiona tener pareja, y menos ahora, pero sí me agobia el pensar en pasar por esto más veces. No puedo evitar el sentirme culpable por el daño que estoy haciendo, y tampoco me siento bien al pensar que me estoy ilusionando por la nueva vida que me espera.
No nos hemos perdido mutuamente. Ahora me tendrá en esa relación para la que no existe palabra, esa en el que se es más que un amigo, menos que una pareja. Pero ambos necesitaremos tiempo. Tiempo para soportarnos sin sufrir.
Y es que soporto llantos, riñas y reproches. De él y de mí mismo. No sé si esta frialdad es real o una coraza para no desmoronarme. No sé si encontraré a alguien algún día. Supongo que una racha de sexo sin amor me vendrá bien, o quizá no. Ahora sólo quiero que este mes pase rápido, tengo el corazón de mudanza, y los sentimientos, la razón...
Lo material se reparte dialogando, y lo estamos haciendo muy bien, no sé si disimulando, no sé si de verdad. Cuesta abandonar lo que has conseguido con tanto esfuerzo y sudor. La casa se me queda pequeña para tanto traspiés. La casa y el alma.
Me gustaría irme a un lugar aislado y gritar muy fuerte, hasta quedar afónico, hasta la extenuación. Y luego llorar durante horas, hasta secarme. Y una vez afónico y seco, dormir días enteros.
Y, al despertarme, sonreír levemente sabiéndome ligeramente recuperado y coger mi vida por donde la dejé. Pero hay paréntesis demasiado largos. Vidas que nunca vuelven a ser igual. Heridas que nunca cierran. Tendré que aprender de la experiencia.
Al menos no tenemos que repartirnos los amigos...
¿O Sí?

3 Comments:

  • At 30/5/07, 23:04, Blogger El Hijo Pródigo said…

    esta bien, pues nada, ya sabes: la alegría de encontrarse con uno mismo y el acojono de no saber como empapelar la nueva habitación...
    es la vida con toda su intensidad otra vez, y te sobra inteligencia para no perder nada de lo que ya tienes y fuerza y energia para dar pasos que te hagan mejor
    suerte y coraje
    toma mi mano
    si en algun momento lo necesitas

     
  • At 31/5/07, 2:10, Blogger Quique said…

    Don't worry, be happy!

    Deseoso estoy de escuchar de nuevo tus puteferios, rollo, "soy muy discreto" etc. XD

    Besos.

     
  • At 2/6/07, 12:52, Blogger Diego Cardador said…

    Ains yo tan feliz leyendo lo del juicio y al final todo va cambiando hasta encontrarme eso! Tienes que tener muy claro que no hay que alargar una cosa que no tiene más vuelta de hoja, tienes que hacer caso a lo que sientes y no engañar a nadie ni a ti mismo, así que estate orgulloso de lo que has hecho, que no es lo fácil y date tiempo, sabes que eso es lo único que necesitas para volver a encontrarte. No tengas miedo a que la historia se vuelva a repetir, porque probablemente pase, pero no sabrás si no vuelve a pasar si no te arriesgas nuevamente en nuevas relaciones. Aprovecha este nuevo momento y ya sabes que si no puedes soportarte te vienes verás como en el Tic Tac echamos unas risas

     

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