The Simple Life in Malta

Si sabes qué es The Simple Life, eres realmente consciente de los temas que interesan, y no una moderna comprometida hablando de un puñado de peruanos jugando al escondite entre escombros. Si no lo sabes, te pierdes uno de los mejores realities que ha parido la televisión.
En su primera entrega, Nicole Richie y Paris Hilton debían pasar cinco semanas en una granja a tomar por culo de todo con una familia de lo más rural. Nuestras chicas querían demostrar que podían con todo, que eran capaces de vivir sin móvil ni tarjetas de crédito y los pueblerinos querían enseñarles cosas horribles como trabajar para conseguir dinero o que todos los actos tienen consecuencias.
Lo mejor del programa fue el descubrimiento de la Richie, una chica que se define como una "cachonda hija de puta", desconocedora del concepto del bien y del mal, ¿para qué coño necesitas saberlo cuando tu padre es millonario? y capaz de causar más devastación a su paso estando hebria que mil tornados juntos.
De hecho, nuestra admirada Paris parece modosita y todo a su lado, jamás dirías que se hizo famosa mundialmente al difundirse un vídeo de la heredera de la fortuna del imperio Hilton comiéndose el rabo del por aquel entonces su novio. Nunca un polvo fue tan rentable.
Así que, visto lo visto, estando en Malta, Quique decidió ser Paris y yo, la cachonda hija de puta. El por qué de compararnos con estos ejemplos a seguir por las niñas de todo el planeta se encuentra en la conclusión que sacamos después de pasar veinticuatro días de ensueño disfrutando de las instalaciones de English Plus Malta. Y es que, en esa residencia-escuela hemos vivido nuestra propia edición de The Simple Life, con momentos como el celebrar tener agua corriente, fría, eso sí, pero agua corriente, para que Quique no se tuviera que lavar más la cabeza con botellas de agua mineral debido a las interrupciones en el suministro. Eso sí es ser como Paris, y lo demás tontería.


Nuestras espectativas de Malta no eran ni buenas ni malas, sabíamos que íbamos a un país muy freak, un poco tercermundista y algo subdesarrollado. Teníamos este pavo como consecuencia de horas sin dormir, al llegar al país a unas horas estupendas, las cuatro de la madrugada:



Toda esa algarabía fue devorada por el pánico al instante de abrir la puerta de la habitación, tras llegar a la residencia y ser recibidos por cuatro mujeres con el hiyab viendo por la tele un cover del Everytime de Britney y ser guiados por un maltés de 200 kilos con un acento horrible hacia la puerta de nuestro cuarto, la temida 103. Nos daba miedito todo. Y no era para menos:



En el vídeo se me olvida mencionar que una riada de agua pestilente nos caía en el alféizar de la única venta de la habitación unas tres o cuatro veces al día y que el techo era como de cartón. Incluso pillé, unos días más tarde una GARRAPATA.
Pero no sólo la habitación era espectacular, el resto de las instalaciones a las que teníamos derecho eran estupendas, así como toda la residencia y las personas encargadas de matenerla:



Lo único que nos faltó fue presenciar como un perro practicaba un cunnilingus a una maltesa entre cubos de orines, haciendo realidad esa entrañable leyenda urbana de nuestra infancia, pero nos queda la tranquilidad de que eso ya lo vivió otra española, con bastante menos sentido del humor que nosotros, desde luego.

Normalmente prefiero que me cuenten las cosas menos agradables al principio para que al final me cuenten lo bueno y me quede con ese recuerdo. Eso es lo que pretendo. Hemos tenido una habitación de mierda en la casa del terror, ¿y qué?
No nos hemos dejado de reír ni un segundo, jamás. No íbamos a dejar que esa mierda nos quitara la ilusión de descubrir un país entrañable que esperaba a ser explorado por nosotros. Pero eso ya es otra historia...