Mala, a lo mejor

Últimamente me llegan comentarios sobre mi forma de ser. Me dicen que no soy de fiar.
Me dicen que mi afán de destacar me puede más que la lealtad, y eso me molesta porque sé que no es así.
Se oye, se comenta, que tengo facilidad para traicionar. Me dicen que no puedo estar callado. Soy un asesino que mata a sus víctimas por la espalda. Eso dicen. Y yo sé que no es así.
He sufrido los actos de malas personas. Y yo no soy así. O a lo mejor lo soy y no me doy cuenta. A lo mejor es que no tengo conciencia. Eso es lo que pasa. Que Pepito Grillo no es amigo mío. Si no tengo conciencia ahora, dentro de unos años me convertiré en un serial-killer sin control, y mataré a chaperos indefensos para saciar mi sed se sangre.
O a lo mejor me convertiré en una persona tremendamente exitosa en el terreno profesional, al que todos respetan y adoran.
O quizá me convierta en un político corrupto al que todo el mundo aborrece pero en el fondo envidia. A lo mejor resulta que gracias a la virtud de no tener conciencia seré carne de cañón para la prensa amarilla y me pagarán mucho dinero por decir maldades de otras malas personas sin conciencia. Por carecer de empatía a lo mejor con el tiempo me convierto en un empresario adinerado o en un gobernador importante.
Quizá mi maldad sea comparable a la de Belcebú. O quizá yo sea peor, qué sabe nadie...
A lo mejor soy mala persona.